¿Cómo ayudar a nuestros hijos en los estudios?
Siguiendo el quehacer diario sin agobiar. Hemos de seguir el día a día del quehacer diario.
El criterio es que cuanto más pequeños más de cerca hemos de hacer el seguimiento de las tareas de nuestros hijos. Pero cuando van siendo más mayores y han ganado en autonomía y responsabilidad, les podemos dar más distancia en el seguimiento.
Hay que saber qué exámenes tienen, qué resultados están obteniendo, con qué dificultades se encuentran, cuáles son sus actitudes, disposiciones....
Sin embargo, hay que guardar un equilibrio entre dos posturas extremas: una hacer un seguimiento pormenorizado, que puede resultar agobiante y otra es no preocuparnos por sus cosas, seguirlo a mucha distancia, de manera que indique despreocupación por nuestra parte. El criterio como se ha dicho antes, es ir de más seguimiento a menos según va teniendo más años, pero cada caso es único.
Los padres podemos mandar que estudien, pero esto se puede hacer cuando tienen pocos años porque aceptan nuestras indicaciones sin rechistar. Pero cuando llegan a la adolescencia, si no va saliendo de ellos mismos el hacer las cosas, porque entienden que así lo tienen que hacer, poco lograremos con imposiciones.
Los hábitos son muy importante. Los hábitos son recursos importantes para educar. Se adquieren por repetición de actos. La ventaja que tienen es que facilitan a la persona la realización de tareas que pueden ser costosas, como sucede con el estudio en los hijos. Una de las variables que más tiene que ver con el éxito académico, es que el alumno tenga un plan de trabajo diario. Cuando se deja para el final es imposible asimilar toda la materia, es como querernos comer en un día lo que no hemos comido en diez, por ejemplo.
Dedicar todos los días un tiempo al estudio, a la realización de las tareas. Empezar desde poco para ir subiendo según se vaya afianzando. Puede ser como tiempo orientativo, para un niño de Primaria en torno a media hora. Para uno de Secundaria alrededor de una hora.
Más vale poco tiempo y aprovechado que mucho y disperso.
Al ponerse a estudiar o trabajar darse un tiempo para cada una de las tareas que va a realizar y exigirse para tratar de hacerlo en el tiempo que se ha dado.
Hacerse un horario en el que haya tiempo para todo. Poner el estudio en los primeros momentos que se está más descansado.
De igual manera, los padres también se retroceden a sus años escolares para ayudarles a los hijos a estudiar las lecciones, pero muchos se preguntarán, ¿será que sí lo estoy haciendo bien?, ¿cómo le puedo ayudar?, ¿será mejor no intervenir en su estudio?...
Aquí le damos algunas recomendaciones para solucionar las dudas que tenga.
Lo que SÍ deben hacer los padres:
El rol de los papás: Su labor como padre debe ser de acompañante en este proceso de estudio y preparación de los exámenes. Déjelo que él haga su primer esfuerzo y si necesita consultarle algo, entonces ya si podrá intervenir. Los hijos necesitan hacer su trabajo por sí solos, pues son ellos los que están estudiando, usted es un asesor que debe guiarlo y hacerle unas cuantas preguntas para reconocer si se ha aprendido la lección. Por lo tanto, no se tome usted el papel de estudiante, ellos deben asumir las consecuencias de sus actos: “si no estudias, perderás el examen”.
Animar y estimular al hijo: Elógielo por las cosas que hace bien, esto le incrementará la seguridad en sí mismo y su desempeño será mejor en los exámenes. Es normal que a los niños los atemoriza el fracaso, lo que hace más probable que se sientan ansiosos y que cometan más errores, por lo tanto, no le infunda miedo y recuérdele que la mejor forma de ganar los exámenes es preparase muy bien.
Identificar el temperamento de su hijo: Tener identificado el modo de ser del niño, le evitará muchos problemas, pues teniendo esta claridad, se procede a trabajar un problema de raíz, como puede ser el exagerado nerviosismo, inseguridad, baja autoestima, etc. O de lo contario un niño demasiado tranquilo, que hay que “empujarlo” para que estudie y evade sus responsabilidades.
Asistencia del maestro: Si es posible, reúnase con el profesor para pedirle que le sugiera actividades para que usted y su hijo hagan en casa y le ayuden a prepararse para los exámenes.
Asegúrese que su hijo asista continuamente a clases: Los exámenes reflejan el rendimiento general del estudiante. Entre más esfuerzo que el niño le dedique a su aprendizaje, mayor será la probabilidad de que se destaque en las evaluaciones.
El lugar de estudio: Disponga un lugar callado y cómodo para que su hijo estudie en casa. Asegúrese que no hayan distractores a la vista, como el televisor, juegos, música, etc. También es importante que este espacio tenga la luz necesaria y una temperatura adecuada.
Ajustar horarios: Es importante que el niño duerma bien en las noches para que al otro día su desempeño en el examen sea óptimo, pues los chicos cansados tienen mayores dificultades para enfocarse en su trabajo en la escuela o para superar las exigencias de una prueba.
Revisar el examen juntos: una vez evaluado, observen cuáles fueron los puntos donde se falló y pregúntele al hijo qué le sucedió. Muchas veces se sabe la respuesta pero no la supo transmitir o tal vez leyó mal la pregunta.
Lo que NO deben hacer los padres:
No justificar la pérdida: Los padres nunca deben cometer el error de justificar al hijo por la pérdida de un examen si hubo razones para hacerlo. Mentir ante los profesores diciendo que el niño sí estudió o que tuvo un problema o sacando excusas falsas, le hacen un daño enorme al hijo, obviamente sin ser esa la intención. Si el niño no estudió deberá enfrentar la situación y reponer su fallo.
No abandonarlos a su libre albedrío: desentenderse del tema no es una buena idea. Los padres deben acompañarlos en el proceso de aprendizaje sin caer en los extremos.
No se moleste demasiado por los malos resultados del examen: Si usted fue testigo que su hijo se esforzó y preparó bien el examen, no se moleste, ni mucho menos lo reprenda. Muchas cosas pueden influir en el rendimiento del estudiante en una evaluación. Quizás se sentía mal ese día o los nervios afectaron su concentración. Quizás tuvo una discusión con un amigo antes del examen. Mejor, pregúntele qué pasó y apóyelo para que se recupere.
No se enfrasque en la nota del examen: Cuando los padres ejercen tanta presión en los hijos para que obtengan buenos resultados, se está impulsando a que el niño se vuelva excesivamente competitivo y esto puede llevar a afectar su rendimiento académico, pues es tanto el estrés de tener que ganar la prueba, que el niño se ahoga en los nervios.
Algunas sugerencias que usted puede poner en práctica para hacer sentir a su hijo amado.
Algunas sugerencias que usted puede poner en práctica para hacer sentir a su hijo amado.
No amenace, recuerde que la amenaza es un medio eficaz de formar niños inseguros.
Dígale sus cualidades, pero no exagere.
Deje que los niños asuman las consecuencias de sus actos.
Use ante todo un lenguaje positivo, no olvide, EL PODER DE LAS PALABRAS.
No suponga que su hijo sabe que lo ama, dígaselo.
Procure que sobre todo, que su hijo esté satisfecho con su trabajo y con su vida. Que aprenda, en definitiva, a SER FELIZ.
¡NUESTROS HIJOS SON NUESTRA MÁXIMA PRIORIDAD!