viernes, 12 de marzo de 2010

Hoy se nos ha muerto Miguel Delibes



Y nos ha dejado a todos conmocionados de verdad, sin lamentos falsos o fingidos. Ha sido como si se nos hubiera muerto alguien muy cercano. Y, realmente, es así.

Porque, desde que entró en cada casa, le acogimos como uno de los nuestros por sus historias, por su manera de contarlas o de enseñarnos el campo y la naturaleza, el ámbito rural, la dureza de la vida, la muerte, la infancia... En mi casa, lo conocimos por la lectura obligada de clase, como en muchas otras y, desde entonces, se quedó ya como amigo íntimo y consejero y se hizo más cercano, incluso, de algún progenitor, con el que cambiaba títulos o nos regalábamos ejemplares para celebrar días señalados.

Y, para mayor desolación, sabemos que además del gran escritor y el hombre auténtico, nos hemos quedado huérfanos de uno de los timones del país y de nuestra cultura, lo cual nos produce una honda tristeza y una fría sensación de vacío.

Que, al menos, esto sirva para revitalizar su lectura entre todos nosotros y para enseñarlo a las nuevas generaciones que llegan.


Esa la grandeza de los escritores, que se quedan para siempre entre nosotros...